El arca de Noé revisitada

MA
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17 de junio de 2024
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12:38 am
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El arca de Noé revisitada

Otto Martin

Muchos se preguntan cómo llegaron los canguros a Australia después del diluvio y por qué sólo existen en ese lugar. Para lograrlo tendrían que haber nadado unos 6 mil kilómetros, a menos que el Arca haya pasado por ahí dejándolos, así como los ornitorrincos, koalas y otras especies también exclusivas de Australia.
Pero algo que me intriga -y que creo nadie se ha preguntado antes – es ¿cómo hicieron para sobrevivir todo el tiempo que duró la inundación ciertas especies, como los pingüinos, que necesitan cazar su alimento en el mar, pero salir a descansar y dormir en tierra?

Incluyo en ese misterio las focas, leones marinos, tortugas y otros.
“En todas partes se habla de una gran inundación” -dicen algunos y tienen razón; lo mismo que en todas partes han ocurrido terremotos, incendios enormes, huracanes y toda clase de fenómenos naturales.
Los pueblos afectados por esos desastres guardan muy dentro de su memoria las tragedias que, con el tiempo, se convierten en leyendas; exageradas pero creídas por muchos.

En Colombia una avalancha de lodo y cenizas volcánicas provocada por el volcán Nevado de Ruiz, el 13 de noviembre de 1985 sepultó la ciudad de Armero, dejando más de 25 mil muertos.
Ante la imposibilidad de rescatar los cadáveres el gobierno -acertadamente- declaró toda el área cementerio nacional, evitando que parientes desesperados y buscadores de objetos de valor complicaran aún más las cosas.
Respetado por la mayoría y visitado por los parientes de las víctimas Armero quedará por siempre bajo millones de toneladas de lodo endurecido.

¿Cómo será recordado ese lugar -digamos- dentro de dos mil años? Toda clase de leyendas se tejerán con el tiempo, incluyendo que todo se debió a un castigo de los dioses. Apariciones de fantasmas, regreso de los muertos, si en alguna parte la tierra se abre por cualquier razón y los remanentes de algunas de las víctimas afloran a la superficie la leyenda crecerá más y más.

Más adelante arqueólogos intentarán excavar el lugar, donde tratarán de encontrar objetos que serán antiquísimos y comprobar cómo vivían los habitantes de aquella época, igual que lo hacen actualmente con Pompeya y otras ciudades destruidas lejos en el tiempo.

¿Hubo un diluvio alguna vez?
Posiblemente muchos.
¿Sobrevivieron algunos?

Claro, especialmente aquellos que disponían de pequeñas lanchas. ¿Quiénes murieron? Desde luego que los malos, los que se salvaron tenían que ser los buenos y con seguridad lo agradecieron a sus dioses.
¿Se salvaron sus animales domésticos? Los que pudieron montaron sus cabras, ovejas, cerdos, gallinas y perros, navegando en territorios anegados hasta que, finalmente, su precaria embarcación llegó a tierra firme “o cuando las aguas finalmente cedieron”, como ocurre en la actualidad con los lugares que se inundan.
Es posible que haya habido un gran diluvio, no universal pero muy grande. Hace mucho tiempo el Mar Mediterráneo estaba separado del Mar Negro por el estrecho del Bósforo, eran dos masas de aguas enormes, cercanas, pero con tierra entre ellas.

En algún momento el dique natural cedió y el Mediterráneo inundó lo que era un lago de agua dulce, hecho comprobado por fósiles de especies acuáticas de agua dulce encontrados en el fondo del Mar Negro.
El evento duró semanas, quizá meses hasta que finalmente se detuvo, siguiendo la Ley de los Vasos Comunicantes, los dos llegaron a tener el mismo nivel, situación que se conserva hasta el presente.
Ese es un ejemplo de una gran inundación que debe haber causado decenas o centenares de miles de muertos hace ya mucho tiempo, el suficiente para que se convirtiera en leyenda de muchos pueblos y muchas religiones.
La primera novela épica de que se tenga noticia “La Epopeya de Gilgamesh – previa a los relatos de Homero- escrita unos dos mil años antes de nuestra era da cuenta, entre otras cosas, de la historia de una gran inundación en esa zona, precisamente en el área de influencia de los mares Negro y Mediterráneo.

Ahí hay una posible explicación para el nacimiento de la leyenda del diluvio, igualmente que en China la hubo en otra época, conocida como la inundación del Río Amarillo ocurrida durante las dinastías Ming y Quing.
También en 1931 otra inundación provocó la muerte de 4 millones de personas.
Nadie va a cambiar su criterio religioso por este artículo, difícilmente alguna prueba científica irrefutable lo logre, pero es necesario conocer otros puntos de vista además del religioso.

Pensemos que hasta hace muy poco tiempo la gente creía que los rayos eran lanzados por los dioses para castigar a sus hijos mal portados.
Es muy acertada esta definición de fe: “Es creer en las cosas que sabemos no son ciertas”.

Nota: Se atribuye a Benjamín Franklin (1706-1790) el primer experimento con rayos.
ottomartinwolf2@gmail.com

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